«I’m from Soweto and I’m proud» (Mandela, Soweto y la reconciliación sudafricana)

Soweto es droga en vena. Dignidad rebelde. Miseria, sí, pero también resistencia. Es un lugar duro. Es un lugar jodido. Es James Brown gritando: «I’m sowetean and I’m proud».

Soweto es el suburbio negro de una de las ciudades más desiguales, injustas, violentas y tensas del sur de África: Johannesburgo. Son cinco millones de personas, la mayoría, gente pobre, humilde, trabajadora, que regatean cada día a la vida para ganarse unos rands, vendiendo no sé qué, de camareros, de jardineros, en la obra o en el mercado, trapicheando algo de droga, robando a algún despistado o, fuera prejuicios, como periodistas, abogados, médicos y empresarios de éxito. Hay millonarios en Soweto -como la misma Winnie Mandela, exmujer del mito- y hay clase media. Aunque la mayoría sufren a diario.

Imagen
Soweto, en realidad South Western Townships, fue construida durante el Apartheid para encajar ahí a decenas de miles de familias negras que llegaban del campo para trabajar como mineros o en el trabajo doméstico. El régimen racista estaba obsesionado con que no se mezclaran con los blancos y situó el enclave a unos 20 kilómetros del centro de Jo’burg. Hoy las cosas han cambiado y mucho, para mejor, pero los negros siguen viviendo en Soweto muy, muy, muy lejos de los barrios ricos (y blancos) de la capital.

Los blancos, sobre todo de clase media y alta, nos llevaban alertando todo el viaje que no saliéramos a la calle, que no nos paseáramos por los barrios negros (y menos por Soweto), que aquello era un infierno, que nos robarían todo… Está claro que Soweto, como Suráfrica, es jodido. Hubo paz, reconciliación y cambio de gobierno. No hay aun, sin embargo, la igualdad económica soñada. Soweto no es seguramente el lugar más tranquilo del mundo para pasear para un periodista blanco europeo. Sin embargo, si se tiene sentido común y unos cuantos consejos locales, se puede conocer, al menos, superficialmente. Soweto rompe los tópicos. Barrios de miseria, peores que las villas miseria de América Latina o los campos de refugiados de Beirut, se accidentan a 300 metros del centro comercial de lujo recién construido. Zonas afecatadas por aguas contaminadas y desprendimientos tóxicos de las viejas minas tienen las mejores vistas del moderno y espectacular estadio Soccer City. Por cierto, a la gente de ahí les encanta el fútbol, sobre todo, los  equipos de la ciudad: los Kaiser Chiefs o los Orlando Pirates.
La cara B del reconocido y elogiado modelo de paz y reconciliación surafricano parecía ante nuestros ojos muy pero que muy durilla. Nuestros amigos periodistas, con el corresponsal en África Xavier Aldekoa al frente, nos allanaron el camino con guías alternativos y miles de consejos, ideas y reflexiones. Suráfrica es uno de los países que querríamos estudiar en el proyecto (inacabado) de documentales Después de la Paz. Todo el mundo reconoce la labor de Nelson Mandela y el Congreso Nacional Africano por conseguir una democracia real, un grado de libertad único en África, unas políticas de perdón admirables y un trabajo por la memoria ingente. El Museo del Apartheid, en Jo’burg, es la joya de la corona. Desde nuestra humildad y reconocimiento, no habría nada más que decir: sólo con mencionar nombres como Mandela, Desmond Tutu, Biko, Sisulu, Tambo, Sobukwe… se nos pone la piel de gallina.

Imagen
En Kliptown, hoy un barrio de chabolas y callejuelas de barro con vistas a un río apestoso, el Congreso Nacional Africano firmó en los años 50 el Freedom Charter. Aquel manifiesto reclamaba el fin del Apartheid, pero también la igualdad económica, la redistribución de las tierras, la nacionalización de las minas y la vivienda digna. Hoy el Freedom Charter es un monumento en forma de mole de cemento gris, a pocos metros de una de las zonas más pobres y peligrosas que vimos en todo el país. Mandela, el arzobispo Desmond Tutu y miles de activistas negros lucharon en las calles de Soweto para cambiar África. Dieron sus vidas. Sin duda. Lo pagaron con la cárcel y la represión. Lucharon no una vez, ni cien veces, sino toda la vida. Imprescindibles de Bertold Brecht. En 1976 una revuelta estudiantil en las entrañas de Soweto incendió las calles contra la imposición del afrikaans en la escuela y, en general, contra el racismo de estado. Murieron centenares de jóvenes por disparos de la policía blanca. El icono de aquella lucha (y hoy icono político y turístico de Soweto) es la foto de aquela chaval asustado cargando en brazos a un niño de 13 años llamado Hector Pieterson.

Imagen

Hoy de aquellas luchas hablan los guías turísticos frente a la antigua casa de Mandela en la famosa calle Vilikazi de Soweto. Las viejas luchas son hoy memoria viva. Y eso está bien, yo creo, muy bien, diría. La única duda, que nos martilleó durante todo el viaje, era: «¿Es eso suficiente? ¿Valió la pena tanta lucha y tanta represión para esto? Queremos más, ¿no?»

SERGI PICAZO


Día de los desaparecidos

 

Desaparecidos: los muertos sin tumba, las tumbas sin nombre.

Y también:

los bosques nativos,

las estrellas en la noche de las ciudades,

el aroma de las flores,

el sabor de las frutas,

las cartas escritas a mano,

los viejos cafés donde había tiempo para perder el tiempo,

el fútbol de la calle,

el derecho a caminar,

el derecho a respirar,

los empleos seguros,

las jubilaciones seguras,

las casas sin rejas,

las puertas sin cerradura,

el sentido comunitario

y el sentido común.

Eduardo Galeano


Els peixos petits es mengen el gran

Quan érem a Guatemala ens van passar unes imatges d’arxiu de vídeo que vam visionar un vespre, quan ja havíem visitat la comunitat de Plan de Sánchez (Baja Verapaz), arrasada el juliol de 1982. Les càmeres mostraven el precís moment de l’assalt d’Efraín Ríos Montt i una grup d’oficials de l’exèrcit al Palau Presidencial. Era el 23 de març de l’any 1982 quan va derrocar el president Fernando Romeo Lucas García a través d’un cop d’estat. Des de l’any 1960, Guatemala estava immersa en una guerra. Al vídeo, des de dins el Palau Presidencial amb to amenaçant, Ríos Montt cridava: “El que tingui armes contra la institució d’armes, ha de ser afusellat. Afusellat i no assassinat”.


[Fragment del reportatge Guatemala, rescatant la memòria. Juan Francisco Soto de CALDH. Imatges d’arxiu cedides per Comunicarte]

Pocs dies després, en un altre visionat vam poder veure imatges de la fase preliminar del judici. A la sala hi havia un Ríos Montt més encongit que el militar desafiant amb els ulls fora d’òrbita. Però era igualment Ríos Montt qui etzibava a un públic assedegat de respostes: “desitjo guardar silenci”. Ara, contra tot pronòstic i en un procés sens precedents, ha hagut de parlar o almenys ha hagut d’escoltar desenes de testimonis que han desgranat la política genocida del dictador. Violència sexual, assassinats, tortures, crema de cases, cultius i animals, són denominador comú del curt però monstruós període de Ríos Montt. Entre març de 1982 i agost de 1983 els crims es van disparar.

[Fragment del reportatge Guatemala, rescatant la memòria. Imatges d’arxiu cedides per Comunicarte]

Quan vam visitar l’oficina del Centre per a l’Acció Legal en Drets Humans(CALDH) a Ciutat de Guatemala, el director, Juan Francisco Soto, ens va relatar la dura i llarga batalla contra la impunitat. El procés contra Ríos Montt era un gran desafiament. Havia començat el 2001, quan l’Associació per a la Justícia i la Reconciliació (AJR) va interposar una denúncia davant el Ministeri Públic contra l’alt comandament militar per genocidi, crims de guerra i delictes de lesa humanitat. Va patir una etapa de dilacions fins el 2009, quan es va reactivar. Ara, el maig de 2013 arriba la sentència somniada: 80 anys de presó per delictes de genocidi i crims de lesa humanitat comesos contra el poble maia Ixil. El mateix tribunal ha absolt dels mateixos càrrec a José Mauricio Rodríguez Sánchez, excap d’Intel·ligència Militar aleshores.

El dia que vam entrevistar Soto, la seva mirada dipositava certa esperança. Al seu despatx, entre dossiers i paperassa, hi havia un valuós document. Un Pla d’Operacions que aportava importants indicis de delicte, em va dir. A dia d’avui, amb la sentència ferma, la mateixa CALDH explica que a més de tots els efectes i testimonis de la violència que s’han recollit, les proves documentals dels Plan Victoria (1982), Pla Firmesa (1983) i Pla d’Operacions Sofía han estat proves determinants. Els plans establien que calia massacrar comunitats senceres metòdicament. Terra arrasada. Carnisseria humana. Per controlar la població, van combinar els crims amb programes com aliments per feina, pols de desenvolupament o aldees model, i a més, va consolidar les conegudes Patrulles d’Autodefensa Civil (PAC). L’Exèrcit obligava als camperols a controlar, i eliminar si calia, els opositors a les seves comunitats. A la dècada dels 80, les PAC van sumar-se a la xarxa d’intel·ligència militar per contribuir al control directe de la població. 900.000 persones van ser forçades a formar part de la política contra-insurgent. El període de Ríos Montt concentra gran part de les massacres registrades per l’informe REMHI, elaborat per l’Església, i la majoria també corresponen al Departament de Quiché. El segueixen Alta Verapaz, Huhuetenango i Baja Verapaz.

Malgrat les denúncies d’organitzacions guatemalenques i internacionals i les dues comissions de la veritat, l’actual president Otto Pérez Molina, qui va ser militar a la zona de l’Ixil (Despartament de Quiché) durant els anys més foscos del conflicte armat, s’ha entestat en negar que hi hagués genocidi a Guatemala. Malgrat, inclús, que l’informe ‘Guatemala: Memoria del Silencio’ de la Comisión d’Esclarecimiento Histórico (CEH), ordenada pels Acords de Pau, sentenciava ja el 1999 que l’Estat guatemalenc havia comès “actes de genocidi” contra la població civil, majoritàriament d’origen maia. Edelberto Torres Rivas, sociòleg que va participar en la redacció de l’informe, alerta que en aquell període es va eliminar el 23% de la població Ixil.

El Tribunal ha estat clar: Va haver-hi intencionalitat d’eliminar el grup ètnic maia Ixil. Sent el racisme la base pel genocidi. Finalment, la dignitat i la valentia dels sobrevivents, ha capgirat l’estratègia de “quitar el agua al pez”, que pretenia destruir les comunitats que poguessin donar suport a la guerrilla, i molts peixos petits, units, han tret l’aigua al peix gran. Ell ha volgut guardar silenci, però la resta ha parlat.

Gemma Garcia


#Irak10: una boda contra la guerra

alibek

«Si comença la matança… cal manifestar-se immediatament«. Esgarrifa llegir l’octaveta i pensar que aviat farà 10 anys que va començar la matança. I que no s’ha aturat encara. El 19 de març farà 10 anys de la invasió de l’Iraq: no hi ha consol possible davant de tant assassinat impune.

Ens queda l’orgull d’haver-nos mobilitzat com mai contra una guerra aliena, d’haver-ne intuït l’horror amb totes les seves lletres. Aquells dies teníem superàvit de solidaritat. Ens queda la reactivació de l’entramat organitzatiu, una fita inesborrable per a la cultura de pau del país i un periodisme escrit en majúscules que viuria el naixement d’iniciatives com el Diari de la Pau, promogut per l’associació Fora de Quadre: sens dubte, un abans i un després en el periodisme per la pau de casa nostra.

«Tots els ciutadans honrats i amb un mínim de dignitat hauríem d’intentar resistir junts i canviar aquest sistema, perquè quan s’està trepitjant la dignitat d’una persona a milers de quilòmetres de casa teva, s’està trepitjant també la teva». Fa 10 anys molta gent ja coneixia en Pius Alibek. Nascut a Bagdad, barceloní des de 1981, va ser ell qui va llegir el manifest d’aquella milionària marxa contra la guerra. La seva família és una de tantes víctimes de la guerra: l’exili ha fet que els dotze germans i germanes Alibek es reparteixin entre Bagdad, Barcelona i Londres.

«He perdut la mare, el pare i un germà, i per les circumstàncies no he pogut assistir als seus funerals. Tampoc a cap casament dels meus germans i germanes. Per fi puc compartir una alegria amb la família», diu al final d’aquesta entrevista que li vam fer a Contrast la setmana passada. Es refereix al casament de la seva neboda, la Rita. Què significa una celebració d’aquest tipus per a una família colpejada per la guerra i l’exili? Quines lectures se’n poden fer entre l’alegria de l’avui i la cicatriu latent? El documental «La boda de Rita«, produït per l’Agència Zoom, hi reflexiona a través dels seus protagonistes, de Bagdad a Londres, de Londres a Barcelona.

El film és una bona mostra de que, sovint, els millors al·legats contra la guerra es fan sense necessitat de mencionar-la a cada línia, parlant des de l’alegria de ser vius, resistint, tirant endavant. «Hi ha molta alegria aquí dins, però aquesta alegria desapareixeria si tots els que hi són es dediquessin a pensar en el que han perdut. Simplement pensen en el que han guanyat. Perquè ho han perdut tot, però han guanyat el que els resta per viure», diu en Pius en un moment del documental.

El proper 19 de març, 10 anys després de la invasió de l’Iraq, «La boda de la Rita» se celebrarà a 10 espais de la ciutat de Barcelona. Ens hi acompanyes?

Més info:

http://www.facebook.com/labodaderita

http://www.twitter.com/ReportajesZoom #BodaDeRita #Irak10

http://www.labodaderita.com

Text: Jordi de Miguel (@jordidemiguel)

Cant a la memòria

Memòria pot ser un monument enmig d’una cruïlla, un llibre o un vers que relata fets i dóna veu(s). Hi és en el nom d’un carrer o en una pintura que crida. També hi ha música que és memòria. El documental La memòria de la música del cantautor Feliu Ventura ressegueix una part de la memòria històrica de l’Uruguai, l’Argentina i Xile a través de la petjada de Víctor Jara i de la cançó popular. La música té gravat el terror de les dictadures militars, i indestriablement, la història de la lluita i la repressió passa per la música.

De la força de la música i la seva capacitat de propagació n’eren conscients les cúpules de les dictadures militars a Llatinoamèrica. Com s’explica al documental, a Xile amb el cop d’estat contra el govern d’Allende el 1973, els militars van dissenyar l’Operació Silenci per inhabilitar emissores de ràdio i canals de televisió, i van publicar el llistat de músics prohibits. Fins i tot, exigien a la població xilena que retornés els discos dels ‘proscrits’. Van planificar l’anomenat ‘apagón cultural’, prohibint, perseguint, exiliant i assassinant artistes considerats subversius i perillosos. Un d’ells, Víctor Jara, detingut l’11 de setembre, torturat i assassinat al cap de cinc dies.

SONY DSC

L’ESMA, antic centre clandestí de detenció (Argentina)

Altres països, com l’Argentina, també van patir llistes negres. Per primera vegada l’any 2004, el govern argentí va difondre la llista de cançons que havien estat prohibides durant la darrera dictadura militar (1976-1983). La cultura sempre va ser botí de guerra. El 1976 a La Calera, Argentina, unes tropes van cremar milers de llibres, entre els que figuraven Marx, Freud, Gramsci, García Márquez, Cortázar, Paulo Freire o Pablo Neruda.

Però si una virtut té la memòria és que no es pot assassinar. És inevitable. La memòria de la música és una prova que la prohibició va fracassar: no va aconseguir l’extinció. A volum baix, la música i els poemes van continuar sonant, entre quatre parets. Ho confirma el llegat que van deixar músics com Jara, Violeta Parra o tantes altres veus de la Cançó Protesta. Van voler emmudir-los, però va guanyar la memòria. Com expressa amb contundència Mariela Ferreira, del conjunt Cuncumén: “Un país sense memòria no pot existir i una persona sense memòria tampoc”.

Uns dels reptes més grans que enfronten les societats post-conflicte és com afrontar els crims del passat i com recordar. La memòria és disputa política. Per això, la impunitat no només resideix en l’absència de justícia penal, sinó també en el no reconeixement dels fets i l’ocultació de la veritat. Per tal d’exercir el dret irrenunciable a conèixer la veritat, s’han organitzat comissions que han construït relat i recopilat testimonis, però també s’han construït espais de memòria o llocs de consciència. Es conceben com museus i doten d’un nou significat edificis o espais vinculats a la repressió i als crims. Amb La memòria de la música en visitem d’emblemàtics: La Escuela de Suboficiales de Mecánica de la Armada (ESMA) a l’Argentina, que des de l’inici de la dictadura va funcionar com un centre clandestí de detenció i ara és un espai de memòria i de promoció i defensa dels drets humans. O Villa Grimaldi, centre de detenció i tortura a Xile durant la dictadura, ara parc per la pau amb un museu que recull la història del centre i els testimonis.

La memorialització té un efecte reparador sobre les víctimes, recupera i visibilitza la història de repressió i alhora de resistència, i la transmet a les noves generacions. Ja sigui a través de la recuperació d’espais, la transmissió d’una cançó o la difusió d’un documental. La memòria de la música és un cant a la memòria.

“Als músics els persegueixen perquè les cançons queden a la memòria” [Mercedes de Meroño, Vicepresidenta de l’Associació Madres de la Plaza Mayo]

Gemma Garcia


Guatemala i Rwanda a la gran pantalla

Sabíeu que a Guatemala governa un ex militar que va participar en la guerra? Sabíeu que a Rwanda, després del genocidi, han jutjat gairebé 2 milions de persones amb el sistema tradicional de la gacaca?

Ho expliquem als documentals Rwanda. La reconciliació obligada i Guatemala. Rescatant la memòria que s’estrenen demà divendres 30 de novembre al CineBaix de Sant Feliu de Llobregat . La projecció del tercer i quart capítol de la sèrie ‘Després de la pau’ anirà acompanyada d’un debat posterior amb els autors dels documentals.

Amb els episodis de Rwanda i Guatemala ja són quatre els capítols produïts en el marc del projecte ‘Després de la pau’. La sèrie de reportatges pretén explicar i confrontar els diferents camins cap a la pau que han dut a terme països que van patir greus conflictes interns durant la segona meitat del segle XX. Parlem d’una pau entesa no només com absència de guerra, sinó de forma global, una pau positiva en què no existeix la violència directa però tampoc la violència estructural i cultural. Els mitjans de comunicació cobreixen, i molt, les guerres, però la majoria s’obliden de cobrir les paus.

A Rwanda, després del genocidi de 1994, les noves autoritats tenien el repte de reconstruir un país i reconciliar un poble que havien quedat traumatitzats després d’un dels episodis més foscos de la història moderna. S’ha fet justícia? Com s’ha tractat la memòria? Quines són les demandes de la societat civil? Aquestes són algunes de les qüestions que tracta de respondre Rwanda. La reconciliació obligada. El documental ha comptat amb la col·laboració d’Urungano Youth and Media, una ONG rwandesa formada per periodistes que té per objectiu formar els futurs professionals dels mitjans de comunicació en una cultura de pau.

 Thacien Nkundiye i Laurance Mukaremera s’han reconciliaciat

Pel que fa Guatemala, va patir un dels conflictes més llargs de la darreria del segle XX. En el marc de la guerra freda, un grup de guerrilles es va enfrontar als règims militars que se succeïen en el poder. La repressió de l’estat va dur al que la Comisión para el Esclarecimiento Histórico cataloga com “actes de genocidi” contra la població indígena maia. Han estat jutjats els responsables? Ha reparat l’estat les víctimes i els supervivents? Com ho viuen? Guatemala. Rescatant la memòria ha comptat amb la col·laboració de Rex We, una associació que treballa pels drets dels indígenes maies del país centreamericà.

 

Commemoració de la massacre de Plan de Sánchez

 

Ambdós capítols han comptat amb el suport de l’Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament (ACCD) i de Barcelona Solidària. A més, l’Institut Català Internacional per la Pau (ICIP) ha coproduït l’episodi de Guatemala.

Aquesta primera projecció serà un tastet de cara a l’estrena oficial que tindrà lloc el proper 18 de desembre a la Filmoteca de Catalunya, quan comptarem amb la presència de destacades persones del món associatiu i de la construcció de pau.

Text i fotografies: Carlos Castro


‘Després de la Pau’ guanya el Memorial Joan Gomis

El projecte de documentals Després de la Pau, produït per les associacions Contrast Fora de Quadre amb el suport de la Fundació Quepoha guanyat el Memorial Joan Gomis de periodisme solidari. En concret, el jurat premia el reportatge Líban. Pacte de Silenci (2011), que podeu veure sencer en el nostre canal de Vimeo.

Estem més que satisfets. Aquest ha estat el primer guardó que obté el jove col·lectiu de periodistes Contrast, tot i que no és el primer premi que guanya la més veterana Fora de Quadre.

És un premi que ens agrada, de gran prestigi social i que ens ajuda econòmicament. El Memorial Joan Gomis promou el periodisme solidari en reconèixer persones, institucions o col·lectius que fan periodisme orientat a lluitar contra les desigualtats, la pobresa i l’exclusió social. El jurat de l’edició de 2012 ha premiat, en la categoria d’obres periodístiques, el reportatge “Líban, pacte de silenci” de la sèrie Després de la Pau i, en la modalitat de trajectòria periodística, l’italià Roberto Savio, creador de l’agència de notícies Inter Press Service (IPS)

El projecte Després de la Pau, amb els reportatges ja fets sobre Bòsnia i Líban i els pendents de presentar a finals d’any sobre Ruanda i Guatemala, pretén explicar i confrontar els diferents camins cap a la pau empresos per diferents països que van patir un conflicte armat l’últim quart del segle XX. Una pau entesa no només com absència de guerra, sinó de forma global, una pau positiva en què no existeix la violència directa però tampoc la violència estructural i cultural.

El reportatge sobre el Líban mostra com la classe política no ha entonat la responsabilitat per un conflicte que va enfrontar a les comunitats del país, ni ha demanat perdó internament ni explicacions als que la van agredir des de l’exterior. Tot i així, es poden sentir encara frases valentes com aquesta de Wadad Halwani, presidenta del Comité dels Familiars dels Desapareguts: “No em puc reconciliar amb el criminal si no sé la veritat, llavors decidiré perdonar o no”.

El jurat del premi VII Memorial Joan Gomis està format per membres de Cristianisme i Justícia, Justícia i Pau, la Fundació per la Pau, Fundació Cultura de Pau, Universitat Ramon Llull, i les revistes Foc Nou i El Ciervo, que publicaran un article sobre el projecte Després de la Pau en el seu proper número.

 Gràcies, al jurat del Memorial Gomis! I a tots els que ens heu ajudat a fer els reports, sobretot els companys de Quepo!


Víctima o supervivent?

Són un grup de quinze persones. Totes dones, amb excepció de dos homes. Estan assegudes en cercle sota una porxada, i corre una brisa fresca d’un tapat dissabte al matí a Rabinal. Són supervivents de massacres, familiars de víctimes d’allò que a Guatemala s’anomena el “conflicte armat intern”, la guerra. Són, doncs, víctimes també. Un altre tret comú: totes les persones presents són indígenes. Durant la dècada dels vuitanta, l’exèrcit va aplicar la tàctica de terra arrasada en què, sota el pretext d’eliminar la guerrilla, va dur a terme allò que molts consideren un genocidi contra el poble maia, amb massacres indiscriminades a moltes poblacions. La majoria de les assistents d’avui, però, són afortunades, ja que han pogut recuperar els ossos dels seus familiars assassinats i inhumar-los.

Estrès posttraumàtic greu i crònic, dol alterat, accessos de còlera, sentiment de culpabilitat, plor o ensurt -que en la cultura maia és quan l’ànima es desvincula del cos- són alguns dels símptomes que encara arrosseguen els familiars de les víctimes i els supervivents a les massacres, segons explica Nieves Gómez, psicòloga d’ECAP (Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial). L’atenció psicosocial després del conflicte ha estat mínima, deixada en mans de les ONG. El fet que la societat guatemalenca actual hagi passat pàgina i doni tan poc pes a la memòria d’aquestes víctimes fa el dolor més profund.

La casa on es troben és la seu d’ECAP a Rabinal. El grup es reuneix cada 15 dies des de fa tres anys. Després d’una llarga salutació, inicien el joc de la teranyina, en què les participants es passen un cabdell de llana. Quan una el rep, ha d’explicar el seu testimoni a la resta. Persona a persona, fil a fil, es va conformant una teranyina al centre del cercle. No entenem què diuen ja que parlen en atxí, però malgrat la lleugeresa del joc, els rostres són tristos, els records pesen. Arriba el torn a una dona, d’uns quaranta anys. Comença a parlar i de cop i volta esclata a plorar. Dues altres dones s’uneixen al plor. El dolor, massa sovint individual, íntim, incomprès, esporuguit i a voltes vergonyós, va sortint.

“Cal fer un treball emocional per poder superar l’experiència. Molta gent no ha conversat amb ningú sobre la situació viscuda. Ho han anat guardant dins seu, però arriba un moment en què sorgeix la necessitat de socialitzar-ho. Així s’adonen que altres persones han viscut experiències similars, i no només això, sinó que van succeir dins d’una política estatal contra-insurgent. Un segon pas és explicar als altres com han sortit endavant, compartir els mecanismes d’enfortiment, retroalimentant-se les unes a les altres. I un tercer pas és pensar com a partir d’aquí s’organitzen per tirar endavant, perquè això no torni a passar, per a crear una societat més justa… Aquest procés col·lectiu permet que passin de víctima a supervivent. D’actor passiu a actor actiu amb capacitat de transformació social”, explica la Nieves.

El treball d’ECAP és psicosocial. Això vol dir, com indica la Nieves, que té una part emocional però que cal portar-ho a un nivell organitzatiu. “Les massacres i el conflicte armat es deuen al context de desigualtats socials -discriminació, exclusió, racisme- i aquest context perviu actualment. Cal veure quines activitats es poden dur a terme per transformar-lo”, afirma. Per assolir aquest objectiu, treballar en petits grups és clau, ja que es genera confiança. Però l’objectiu, explica la terapeuta, és poc a poc, anar unint grups petits de cara a generar organitzacions que a la vegada siguin motors de canvi. Una teranyina cada cop més gran. De supervivents, no de víctimes.

Text: Oriol Andrés
Fotografia: Carles Castro


En el temps de la violència

És un diumenge qualsevol de juliol, dia de mercat a Rabinal. Bona part de la població maia-atxí de les comunitats properes al poble ha baixat a comprar queviures. Cap al migdia, la gent inicia el retorn cap a casa enmig d’un paratge idíl·lic. El sinuós camí de sorra que puja cap al Plan de Sánchez, la primera comunitat en la travessa, és ple de gent. Al verd prat just a l’entrada del llogaret, un petit grup de soldats i patrullers civils els dóna l’alto.

Les nenes i les dones joves són portades a una casa particular. Les violen i les assassinen. A la resta els tanquen a casa de l’àvia d’en Juan a la part alta de l’aldea. Els uniformats, una seixantena, obren foc i llancen dues granades a l’interior. Acte seguit, prenen foc a la barraca. L’olor a carn cremada es deixa sentir als turons propers, on s’amaga en Juan. Més de 260 persones han estat massacrades per l’exèrcit de l’estat de Guatemala.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Trenta anys després, al lloc de la matança, l’olor a cera i encens embafa l’ambient. Avui és una petita capella dedicada a la memòria de les víctimes. La llum tènue de les espelmes il·lumina la cara d’en Juan mentre aquest, assegut enfront de l’altar, pronuncia unes paraules en atxí per als esperits dels qui van deixar la vida terrenal aquell dia de 1982. En la vetlla dels assassinats, en una espècie de barreja de ritual maia i cerimònia religiosa, acompanyen a l’avui líder espiritual de la comunitat altres supervivents i habitants del Plan de Sánchez.

En Juan, un home curtit per la terra guatemalenca, ha lluitat durant anys per aconseguir justícia per als seus. En certa manera ho ha conseguit gràcies a una condemna de la Cort Interamericana de Drets Humans, però en un país on els militars encara ostenten bona part del poder, la reparació per al poble maia queda lluny. “L’estat encara ens nega la dignitat que va trepitjar durant el temps de la violència”.

Més de 600 aldees van ser arrasades durant el “conflicte armat intern”, com l’anomenen els guatemalencs. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) va catalogar aquestes accions perpetrades per l’exèrcit del país com “actes de genocidi”. La pregunta, doncs, és: quants actes de genocidi calen per conformar un genocidi?

Text i fotos: Carlos Castro


Descans a la mirada

El cementiri La Verbena, a Ciudad de Guatemala, està en una tranquil·litat absoluta. Són les nou del matí d’un dimarts, i pràcticament no hi ha visitants.  La imatge contrasta amb la intensa activitat que es desenvolupa a una precària construcció d’obravista i  plaques metàl·liques, a la part final del cementiri. És  una base de campanya de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG). Una vintena de persones hi treballen netejant restes humanes, identificant-les, classificant-les  i preparant-les per enviar al laboratori  d’anàlisi genètica, enmig de la fortor de les restes humanes. Busquen principalment esquelets amb marques d’haver sofert violència, com trets al crani. Al mig del laboratori, que recorda a una excavació arqueològica, un forat d’uns tres metres de diàmetre i parets de ciment d’on els forenses ja han extret uns centenars de cossos. Han arribat a vuit metres de profunditat dels vint que pot tenir-ne. És una fossa comuna.

Base de la FAFG al cementiri de la Verbena.

“La pau, per mi, és quan veig que la mirada d’un familiar de desaparegut que per fi descansa per primera vegada després de molt temps”. Aquesta és la curiosa definició que Freddy Peccerelli, director executiu de la Fundación, fa de la pau. D’això va la seva feina. El conflicte a Guatemala va deixar gairebé 45.000 persones desaparegudes, tant de massacres perpetrades per l’exèrcit a les zones rurals (principalment de població indígena) com militants d’organitzacions polítiques i guerrilleres de les zones urbanes.  I la majoria d’aquests cossos van anar a parar a fosses comunes.

Trenta anys després, només s’han exhumat entre 5.000 i 6.000 cadàvers. “Nosaltres existim perquè l’Estat no ha fet la seva feina”, explica Peccerelli. Fins el 2007, el govern de Guatemala no va crear un organisme dedicat a la cerca i recuperació de les restes dels desapareguts, l’INACIF. Llavors, ja feia 15 anys que l’Equipo de Antropología Forense de Guatemala –embrió de la fundació- funcionava. A partir d’un grup de gent de la societat civil interessat en el tema. “No hi ha una política d’estat sobre el tema, no ha existit fins avui. Mai li ha interessat”, afirma. De fet, la Fundació no rep cap tipus de suport econòmic de l’Estat, tot i tenir un conveni de col·laboració amb el Ministeri Públic per coordinar les exhumacions. Els seus ingressos provenen de la cooperació, principalment dels Estats Units. Malgrat la precarietat, la Fundació ha creat un laboratori de primera categoria que li permet fer anàlisis d’ADN per identificar les restes i poder-les entregar a les famílies.

Cartells de desapareguts en un mur.

Les fosses comunes són encara avui dia una de les vergonyes tapades de l’estat guatemalenc, que mai va depurar els seus cossos de seguretat, que va fer de les desaparicions i les massacres una política oficial a les dècades dels 70 i els 80 i que ha permès que els responsables romanguessin impunes. Un exemple clar és l’actual president del país, Otto Pérez Molina, qui va ser responsable d’operatius a àrees rurals durant els vuitanta. Tanmateix, deia Alberto Fuentes de l’AHPN que Guatemala s’assembla al Macondo imaginari de Garcia Márquez, perquè certes coses de caràcter màgic o surrealista només es podrien donar a aquests dos llocs. Així, per una banda, l’estat ha ignorat històricament el tema de les exhumacions. Aquest institut, a més, ha rebut acusacions, inclús des de l’estament judicial, de bloquejar els processos judicials contra els perpretadors perquè si bé exhumen, no compleixen amb la seva tasca de realitzar peritatges i anàlisis forenses. Per altra banda, però, l’estat ha permès a la FAFG tirar endavant la seva tasca a llocs tant sensibles com una base militar a Cobán, al nord del país. En poc temps, ja hi han exhumat més de 250 cossos, demostrant així la implicació directa de l’exèrcit en crims contra la humanitat.

La tasca de l’equip de 146 persones que actualment treballen en els diversos projectes de la Fundació ha permès tirar endavant processos judicials i retornar la identitat a les restes XX, com així anomenen a Guatemala aquells cadàvers no identificats. Una funció essencial en un país on bona part de les víctimes eren indígenes, per qui conèixer el lloc de repòs dels seus ancestres és especialment important. En definitiva, ha permès que en la mirada de molts guatemalencs s’hi reflecteixi, de nou, i per fi, una mica de descans.

Text: Oriol Andrés
Fotos: Carles Castro